Dice la leyenda que existió un imperio capaz de dominar toda América Central gracias a sus riquezas y a sus vastas reservas de oro. Este imperio era el maya, protagonista de una de las historias más fascinantes entre españoles y mexicanos hace más de cinco siglos: la del tesoro maldito de Moctezuma.
Si en otros artículos te hablábamos sobre los secretos de la Isla del Tesoro, en Costa Rica, o el mito de ‘El Dorado’, en Colombia, hoy vamos a explorar en profundidad la historia de este gran emperador azteca.
El origen del tesoro de Moctezuma
La historia comenzó el 8 de noviembre de 1519, cuando el conquistador Hernán Cortés se encontró cara a cara con el general Moctezuma II. Gracias a la intercesión de Carlos V de España y I de Alemania, ambos hicieron una buena amistad y el rey azteca accedió a darles a él y a sus 520 soldados un gran templo donde podrían dormir durante las noches de invierno.
Uno de los soldados, Alonso Yáñez, decidió hacer un altar para el Dios cristiano dentro del mismo templo. Durante su construcción, Yánez se encontró con una puerta tapiada que podía romperse con facilidad. Cortés y sus hombres llegaron al otro lado y al hacerlo, no podían creer lo que veían sus ojos: miles de joyas de oro, planchas, tejuelos, piedras preciosas y cofres llenos de esmeraldas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.
Los aztecas, un imperio de 15 millones de personas que había florecido en el siglo XIV, tenían un férreo control de tributos sobre todos los pueblos de la zona. A lo largo de los años habían reunido un auténtico ajuar que procedía de las minas de oro, así como de los barcos que se habían hundido en las orillas del Atlántico transportando grandes tesoros.
La historia del tesoro de Moctezuma
Los conquistadores españoles reunieron todo lo que encontraron en el templo, junto con lo que habían conseguido en su camino a Tenochtitlán, y se disponían a partir pacíficamente para España cuando les llegó una noticia amarga. El gobernador Diego Velázquez había confiscado, en la isla de Cuba, los bienes de Hernán Cortés por desobedecer sus órdenes e intentar conquistar este imperio, y había organizado un ejército que constaba de 19 embarcaciones, 1.400 hombres, 80 caballos, y veinte piezas de artillería con la misión de capturar al extremeño.
Cortés tuvo que acudir junto con algunos de sus soldados a prestar batalla, mientras que en la capital del imperio azteca muchos de sus hombres se amotinaron. Cuando volvió se encontró con la noticia de que el rey Moctezuma había muerto y, además, los aztecas amenazaban con mandar a los españoles, que los habían tratado injustamente, a la pira de los sacrificios.
El comandante decidió que huirían la noche siguiente, cogiendo solo el oro que pudieran llevar consigo y dejando atrás la mayor parte del tesoro que habían encontrado en el templo. Sin embargo, en lo que se conoce como la Noche Triste, los aztecas los descubrieron y asesinaron a más de 400 personas, llevándose de vuelta aquello que estos habían dejado por el camino.
Poco duró la alegría para los locales, porque tan solo unos días después Cortés logró reunir a las pocas tropas que le quedaban, junto con las que le prestaron los pueblos mexicanos aliados a su causa, e inició, contra los aztecas, la batalla de Otumba. Batalla ganada por Cortés, que le permitió reorganizar su ejército a pesar de las bajar causadas en la Noche Triste.
¿Dónde está el tesoro de Moctezuma?
Unos meses después, los conquistadores españoles volvieron, asediaron la ciudad y comenzaron una búsqueda frenética de estos tesoros. Julián de Alderete, junto con sus hombres, insistió en torturar al emperador Cuauhtémoc y al señor de Tlacopan con la quema de sus pies con aceite hirviente para que revelaran la ubicación del oro y las piedras preciosas.
Fue en vano. Las riquezas no se encontraban en los bosques de alrededor, ni siquiera en las lagunas donde algunos reyes colombianos habían depositado las suyas hace miles de años. El hijo de Cortés, Martín, y muchos otros aventureros como Francisco de Tapia financiaron viajes hasta México para dar con el tesoro, pero fueron en vano.
La realidad es que una parte del botín, conseguido después de la captura de la ciudad azteca, fue embarcado en tres carabelas con destino a España. No obstante, el corsario francés Fleury reunió una flota de seis barcos y atacó a los españoles en las proximidades del cabo de San Vicente. Solo se pudo salvar uno de los barcos, que evitó el combate y logró ocultarse en la isla de Santa María a la espera de que desde Sevilla enviaran ayuda. La mayor parte del tesoro de Moctezuma terminó en las arcas reales francesas después de esto.
Una vez más, la ambición de los ejércitos españoles terminó en saco roto. De la misma forma que había sucedido con ‘El Dorado’, las expediciones se sucedían sin encontrar el tan ansiado tesoro que la población indígena parecía ocultar a buen recaudo. La leyenda del tesoro de Moctezuma fue haciéndose cada vez más grande, hasta que el interés fue decayendo por las conquistas de otros territorios con mayores fortunas en los años que estaban por venir.