Como cada 17 de enero se celebra San Antón, un día marcado en el calendario para quienes tienen mascota. San Antón es el patrón de los animales, que hoy son bendecidos en las iglesias de más de un centenar de localidades españolas. Pero, ¿sabes por qué y quién era este santo?
San Antón o San Antonio Abad nació a mediados del siglo III d.C en Egipto. No hay demasiada información histórica sobre su vida, por lo que se conoce sobre él son leyendas populares. Una de ellas cuenta que devolvió la vista a las crías de una jabalina que se le acercó. Por esta razón, a San Antón se le representa con un cerdo junto a sus pies.
Por lo que respecta a la tradición de bendecir a los animales, data de la época colonial. Inicialmente, eran los campesinos quienes rogaban al santo la protección del ganado y con el tiempo, se ha extendido a los animales domésticos. Se dice que San Antón descubrió la sabiduría a base de observar a los animales y el amor divino a través de la naturaleza.
El patrón de los animales, en Castilla-La Mancha
Los castellano-manchegos celebramos San Antón en todas las capitales de provincia y en un montón de localidades. En algunas de ellas, esta festividad se vive con mayor intensidad, como por ejemplo en Gálvez (Toledo), donde además realizan actividades solidarias previas; en Quintanar de la Orden (Toledo); en Navahermosa (Toledo); en Torralba de Calatraba (Ciudad Real), o en Manzanares (Ciudad Real). En muchos de estos lugares, San Antón se celebra con hogueras y comidas populares.
El día de San Antón, los devotos y propietarios de mascotas llevan a sus peludos a que reciban la bendición del santo. A la puerta de las distintas iglesias pueden verse perros, gatos, canarios, todo tipo de pájaros, hurones, hámsters, conejos, e incluso animales exóticos. Habitualmente, antes de rociarlos con agua bendita, se celebra una misa y una procesión en la que participan todos los asistentes con sus mascotas.
Para endulzar este día, encontramos delicias como los rolletes y los panecillos de San Antón, que tienen su origen en los panes que comía el santo ermitaño durante su época de ayuno. La sabiduría popular cuenta que si guardas un de estos panecillos junto a una moneda durante un año, atraerás la fortuna.
