Se acerca el 7 de septiembre, fecha señalada por los albaceteños en la que debería celebrarse la prestigiosa Feria de Albacete, de Interés Turístico Internacional. En este artículo vamos a repasar su historia, desde que era un pequeño mercadillo de ganado situado en lo que conocemos como calle de la Feria hasta que se convirtió en el gran fenómeno cultural y social que nos llena de orgullo como castellano manchegos.
Al principio solo la visitaban una decena de personas, pero con el paso del tiempo ha terminado atrayendo a millones de habitantes y turistas, que comparten la pasión por la buena comida, las atracciones y el patrimonio histórico de la ciudad.
La historia de la Feria de Albacete
Un mercado de ganado en la villa de Albacete
La Feria de Albacete comenzó siendo un pequeño mercado de diez días en el que los ganaderos acudían para vender sus vacas y sus ovejas. Se celebraba el día de San Andrés (el 30 de noviembre) en pleno casco de la villa, y los inicios se remontan hasta el siglo XIII de nuestra era.
Fue en el siglo XVII cuando la Feria de Albacete se trasladó desde los ejidos de Santa Catalina hasta el paraje de los Llanos, en las afueras, donde comenzaba a celebrarse el culto a la patrona de la ciudad: la Virgen de los Llanos. En el año 1672 apareció el convento de los Franciscanos, que se encargó de gestionar la Feria y cambiar la fecha de celebración del día de San Andrés (el 28 de agosto) al 8 de septiembre.
En 1710 sucedió un evento que cambió el destino del pequeño mercadillo. El rey borbón Felipe V otorgó a Albacete el Privilegio de Confirmación de la Feria, que incluía “a la ciudad de Chinchilla y sus vecinos”. El ayuntamiento vio la oportunidad de reubicarla en el centro de la villa y separarla de la romería de la Virgen, que se celebraba a la vez, para lo cual tuvo que superar un acalorado litigio con los franciscanos.
La construcción de la nueva Feria de Albacete
En 1973 se construyó el embrión de la Feria de Albacete, el edificio del Recinto Ferial conocido como La Sartén. Este se iría ampliando a lo largo del tiempo, e incluiría dependencias administrativas y comerciales rodeadas de anillos concéntricos en los que los albaceteños irían poniendo sus puestos de venta.
A partir de entonces, comenzaron a venir labriegos de provincias limítrofes como la valenciana, Murcia o Andalucía, en busca de un buen lugar donde vender sus animales. Esto es lo que se conoce como La Cuerda, donde las familias se amontonaban en sus carros traídos por caballos y preparaban sus comedores para pasar la semana.
En 1831 llegaron a venderse 56.744 cabezas de ganado, lo que situaba a la Feria de Albacete como la más importante de España. Durante el resto del siglo XVIII y sobre todo en el XIX, los comerciales y los industriales llegaron a la ciudad para transformar la concepción inicial de la Feria y establecerse como prósperos feriantes dentro del nuevo Recinto Ferial.
La importancia de la Feria de Albacete en el mundo
La Feria de Albacete fue declarada de Interés Turístico Internacional en el año 2008, y fue en el 2010 cuando se celebró su tercer centenario. También ha sido reconocida como la mejor fiesta de España cuatro veces, en concursos propuestos por varias cadenas televisivas.
La importancia de la Feria ha trascendido fronteras y cada vez más turistas extranjeros se interesan por los eventos que transcurren en la ciudad. No es extraño oír del 7 al 17 de septiembre el rumor de voces que hablan en inglés, francés o alemán; y que se confunden en la calle con la de muchos españoles que viajan desde todas partes del país para disfrutarla.
En todo este tiempo, hemos vivido la Feria desde dentro. Hemos comido miguelitos con chocolate en el Templete, hemos montado en la mítica Noria y hemos acudido a innumerables conciertos en los Jardinillos y en las carpas.
Este año no podremos disfrutar de ella con nuestros amigos y familiares, pero el espíritu de su celebración nos acompaña para que no olvidemos su gran importancia cultural y el impacto que tiene en nuestras vidas año tras año.
