El mundo de la economía está lleno de mentes brillantes, que han intentado resolver los problemas que tenemos las personas para repartir los bienes que acumulamos y garantizar la riqueza de todos. Uno de los más importantes es Léon Walras, que con sus teorías sobre los precios y la oferta del mercado sentó las bases de lo que se conoce como la economía matemática en el siglo XIX.
La biografía de Léon Walras: una vida dedicada a la economía matemática
Este aristócrata francés nació en Évreux, Francia, un 5 de enero del año 1831. Desde pequeño recibió la influencia de su padre, el también economista Auguste Walras, que despertó en él una gran pasión por los números y un interés cada vez más grande por la ‘ciencia de la escasez’. Esta ciencia es la que define cómo a partir de pocos recursos se pueden satisfacer todas las necesidades de los ciudadanos.
Walras recibió una formación completa en economía política, estudiando un bachiller en letras y en ciencias, hasta que decidió establecerse como profesor catedrático en la Academia Lausana. Allí estuvo 22 años, en los que ayudó a definir el pensamiento marginalista junto a otros economistas de primer nivel como Carl Menger y William Jevons.
La escuela marginalista: ¿cómo se define el precio de un bien?
A él debemos el concepto de “utilidad marginal”, que se define como el valor que los consumidores le otorgan a un producto en función de las unidades o cantidades de él que han adquirido. En otras palabras, para Walras el consumidor le dará mucho más valor al primer bien que compre que a todos los que vengan después, porque ya le ha servido para saciar su necesidad.
La particularidad de la escuela marginalista es que no considera el precio como la acumulación del trabajo social que ha conducido al bien, como hace la escuela clásica de Adam Smith, sino que lo ve como el resultado de la última unidad producida o pérdida de dicho bien. Es decir, que ya no es la cadena de valor que añaden los trabajadores durante las etapas de producción lo que marca el precio, sino la acción individual de cada persona en sus hábitos de compra.
Una de sus conclusiones principales es la Teoría de los Juegos, en la que se demuestra cómo se puede determinar la curva de oferta de un bien X a partir de la curva de demanda del bien Y. De esta forma, los dos conceptos están interrelacionados y se condicionan mutuamente con variables que tienen en cuenta el precio de otros bienes o los costes de producción.
El economista expuso todas estas conclusiones en la obra Elementos de economía política pura (1874-77), en la que propuso un sistema de ecuaciones que tomaba como variables los precios de oferta y de demanda de los bienes productivos. Walras defendía que con este modelo se podían anticipar los precios que iban a tener los productos, lo que permitiría al Gobierno controlar la economía y distribuir el dinero para evitar las desigualdades de riqueza del sistema capitalista.
Las teorías de Walras: un paso hacia adelante en la economía matemática
La teoría principal de Léon Walras es la Teoría del Equilibrio General Walrasiano, en la que se define que los individuos que se mueven por intereses diversos permiten llegar al equilibrio macroeconómico de toda la comunidad, con lo que se resuelve el problema de la asignación y distribución de los recursos.
Está basada en las ideas del economista político Jean-Baptiste Say, que en su Ley de Say sostiene que la oferta crea su propio nivel de demanda, porque esta no podría existir si los bienes no se produjeran en el mercado. Esto significa que, si un zapatero vende 20 pares de zapatos a 50 euros el par, tendrá 1.000 euros que necesitará para comprar otros productos.
Walras aplica esta cadena de valor a sus propias teorías para explicar cómo la oferta y la demanda convergen por el ajuste de los precios, que tiende hacia el equilibrio natural en el mercado. El “equilibrio walrasiano” es el momento perfecto en el que todos los productos cambian de mano y no existe ningún exceso de oferta o de demanda que pueda desestabilizar la balanza.
El economista amplió esta teoría en otras obras como La propiedad intelectual (1859) y la Teoría matemática de la riqueza social (1883), en los que analizaba la propiedad de la tierra, los inmuebles y el crecimiento urbano en un momento de gran eclosión demográfica como era la Segunda Revolución Industrial.
Gracias a las aportaciones de Léon Walras se sentaron las bases del pensamiento económico neoclásico, que intenta comprender cómo tienen que distribuirse los bienes para alcanzar la igualdad monetaria dentro de la sociedad. Sus teorías crearon modelos matemáticos que ayudaron a considerar la economía como una ciencia pura, que podía explicar y mejorar la vida de las personas a través de los números.
