En un escenario de precios bajos, los agricultores están en búsqueda de cultivos de secano alternativos con los que rentabilizar sus explotaciones. El cultivo de la camelina, una oleaginosa que se alza como sustitución al cereal, está ganando peso en los últimos tiempos.
La camelina (Camelina sativa) pertenece a la familia de las brassicaceae. Es una planta similar a la colza, con raíz pivotante capaz de llegar a profundidades a las que las raíces del cereal no llegan, y flores amarillas. La mayor ventaja de este cultivo frente a otras oleaginosas es que es de siembra otoñal -entre el 15 de octubre y finales de noviembre- y presenta muy buena tolerancia a la sequía y a las heladas.
Además, la camelina no requiere inversión extra en maquinaria, pues se cultiva con los mismos medios que el cereal. Por ello, es muy adecuada para la rotación de cereales de invierno o como alternativa al barbecho.
Un desarrollo óptimo y la ausencia de enfermedades y plagas son otros de los valores diferenciales de la camelina. Aunque los rendimientos de la camelina tienden a ser más bajos que los de otras oleaginosas, sus bajos costes de producción han animado a los agricultores castellano-manchegos a apostar por ella. Tanto, que en la provincia de Ciudad Real cuentan ya con alrededor de 200 hectáreas cultivadas.
Cómo cultivar camelina
La siembra de la camelina está indicada en parcelas con fertilidad y limpias de malas hierbas. Se recomienda una dosis de siembra de ocho kilos por hectárea y una profundidad superficial menor a un centímetro.
Cuando sus frutos pasan de verde a amarillo, es el momento de cosechar. Una empresa única en España se encarga de recoger la producción, almacenarla, transformarla en diferentes productos y comercializarla.
El cultivo de la camelina no es nuevo. Durante unos 3.000 años se ha cultivado en Europa y la Edad de Bronce y Hierro fue un importante cultivo en Grecia.
